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24 de agosto de 2015

07:20 > Caminando por la pista siento frío. Todo es azul a mi alrededor, diferentes azules que se colorean cada segundo como un reloj. Anoche tampoco hubo tormenta. La tierra está seca y fría. Sólo en alguna curva del camino, donde empieza a colorearse, se ven los remolinos de polvo que levanta una furgoneta que sube del Pueblo …

No sé quién irá dentro.

08:58 > Tomo lanzadera de regreso. El Astro está desfavorable hoy.

Caminé en el pasado, deambulé por una ensoñación en la cual he podido atravesar la escena con la mano. En la escena los objetos no proyectan sombras porque, aun exisitendo, son incorpóreos, inoloros y viran hacia el amarillento de los recuerdos.

Escuché los sonidos, claro que sí, los mismos sonidos de la primera vez y la música más nítida y acompasada que otras tantas. Los movimientos se repitieron de la misma manera y la película se proyectó sin cortes sobre alguna superficie invisible y plana; los objetos, opacos, parecían contener espacio.

Al terminar, las frases quedaban suspendidas en el aire, fundiéndose con el eco de un viento casi inaudible.

La temperatura era fresca —lo habitual— pero la densidad del ambiente, al no ser reproducible, puso mis pies en la realidad justo antes de que un último suspiro del aire se deslizase bajo las suelas de mis zapatos, y tomé tierra con la suavidad de una pluma.

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Publicado en agosto 2015