
210×210 mm
200 páginas.
Cubierta dura impresa.
Más de 80 fotografías panorámicas reproducidas en color
… y tiro porque me toca
Nunca nos equivocaremos si, tratando de averiguar el ideal de belleza de un hombre, examinamos el camino por el que satisface su impulso de juego.
—Friedrich Schiller
Para escribir un buen libro primero hay que convertirse en libro.
—Naval Ravikant
Viajar no va de descubrirse, sino de construirse. Por esa razón, el 16 de diciembre de 2007, recién estrenados los treinta y ocho, doy comienzo a un proceso de demolición estética en el que las renuncias son filosofía y la disciplina el método. Todo un ejercicio de liberación cuyo objetivo es construir una persona partiendo del azar del día a día, el artista entendiéndose a sí mismo como obra consciente de su proceso de evolución.
Veinticuatro horas más tarde, nace en Madrid un hombre que abandona su vida a última hora de la tarde de un día lluvioso. Aún no tiene un nombre, es sólo “el caminante“, y tampoco seguridades. Lleno de miedos se agarra a su cámara como única referencia firme.
Yo, el caminante, hastiado de la ciudad y la vida sedentaria, he preparado una mochila con todo lo que creo necesitar en la primera etapa de un viaje incierto. Llevo ropa de abrigo, chubasquero por si llueve, algo de comida y agua, cámara de fotos, documentación, mi cuaderno de viaje en blanco y, como sobrepeso, una pregunta en mi cabeza del tamaño de un para qué.
Madrid, noche del 17 de diciembre de 2007
Fascinado por el enigma del Juego de la Oca y su relación esotérica con la vida, en un momento vital de confusión, me pareció una buena idea diseñar mi propio tablero de juego en el que las paradas estuvieran marcadas y las rutas para alcanzarlas fueran dibujadas por el azar del vagabundeo como si fuera una tirada de dados.

Invierno de 2007
Comencé a aprender la paciencia esperando a la mejor luz, contando los kilómetros muy despacio, dudando en los cruces y, cuando me asaltaba el miedo, caminando de forma automática. Así comí y dormí muchas veces gracias a todos aquéllos a los que mis relatos les resultaron simpáticos. Ese loco que va por ahí con un mochilón…
El juego no iba a ser la vida corriente, ni siquiera era la vida, más bien consistía en escaparse de ella a una esfera temporal de actividad que poseyese su propia aleatoriedad.
Decidí caminar a pie como reivindicación del acto intrínsecamente humano que es la caminata, renunciando a todo medio de locomoción, hospedaje y comodidad. A pie, en solitario y al raso fueron las únicas normas para un viaje más cercano al rito que al reto.
The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn like fabulous yellow roman candles exploding like spiders across the stars.
—Jack Kerouac

Invierno de 2008
95×18 cm
Copia en B/N sobre papel baritado
Por el día soy Dean, un ser enérgico esclavo de su pasión que canta a gritos en medio de la nada y busca una tarde entera para emborracharse en un tugurio a mil kilómetros de casa sin importarle que el mundo se disuelva a su alrededor. Animal caliente que necesita tan poco que patalea si la vida se lo niega. Hábil para construir mil veces su yo y olvidarlo al instante siguiente. En su ritmo endiablado bullen planes que alimenta con el aderezo de un lance y con la sensación de libertad que éste le pueda proporcionar. En sus manos, en sus pies, en su vientre y sobre su espalda encuentra la fuerza para vivir un día más.
Por la noche, Sal, una hormiga consciente de su pequeñez paladea tonos dorados del reverso iluminado de un cartel donde descubre sus pasos, recuerda lugares por sus olores y sonidos, vive una vida de responsabilidades no aceptadas, se enamora de un gesto y escribe una epopeya acerca de la pura curiosidad. Amante con amplia experiencia en odiar, es capaz de viajar del protagonismo a la insignificancia en muy pocas jornadas.
Sal y Dean, Dean y Sal, partes complementarias de un todo condenadas eternamente a soportar su incomunicación.


Esta especie de Juego de la Oca completó más de 15.000 kilómetros caminados por toda la España peninsular entre los años 2007 y 2009.
El resultado es una colección de fotografías panorámicas de paisajes españoles que ilustran textos sobre la filosofía del viaje del autor y páginas de su diario de viaje.
Dos años después, a mi regreso de aquel ostracismo voluntario, sentado junto a mi mochila en un banco de la plaza del Conde Casal, en un Madrid estresado, siento el rechazo. Como Zaratustra, pensé en volver a mi desierto en busca del Superhombre. El glamour del viaje se reduce a la vanidad del turista y mi Superhombre está en guerra total contra éste.
¡Criticadme, por favor, dadme energía!
Diario de viaje. Diciembre de 2009
Addendum
Un café en la nube #02
Acerca del viaje y la identidad.