Ellas lo saben casi todo

Yo creo que todo sucedió a finales de mayo de 2004, hace mucho tiempo ya.

Hacía calor y el silencio en la casa era pesado. No sé cómo, había logrado quedarme a solas con ella un rato y hablábamos dejando silencios larguísimos entre un pensamiento y otro. Fue el único momento que tuvimos en todos aquellos días para estar los dos solos y poder sincerarnos. Recién operado, estaba yo recostado sobre su regazo, como si fuera pequeño, y me confesó que habría preferido que yo me dedicase a escribir en lugar de a pintar. Yo no le quise dar importancia, por el momento y porque a mí se me da muy mal eso de escribir. En definitiva daba igual que me dedicase a cualquiera de las dos cosas, en ambas las iba a pasar canutas en el futuro. En ese momento sólo era un hijo que había regresado al nido para acompañar a su madre en sus últimos días.

Es ahora cuando recuerdo perfectamente cada sílaba y el tono en que las pronunció, y llegan a mi memoria como un crochet que me deja tambaleándome.

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