Siento una especie de pasión por conocer el sueño de las ciudades. La ciudad no es igual de día que por la noche, a primera hora o a última es también diferente y a mí me gusta encontrar ambivalencias en todas las cosas, aquí también, aunque sólo sea en el olor del aire, que hoy huele a madera fría.
El frío huele a polvo de suelo; la madera fría huele a polvo de suelo.
Los edificios, las fachadas, las calles, las puertas, todo se me ofrece pretendiendo seducirme para que lo fotografíe, pero a mí se me antojan ahora los gatos que juguetean debajo de las mesas, porque aún no han reparado en mi presencia. Al instante la escena se ha disuelto, nunca más volverá a existir más que en mi recuerdo. ¡Aguafría, ahora te alcanzo!
No es mi tarea pero sí, me acuerdo de tí cada vez que me acuerdo.