Odiado cáncer:
Eres el ladrón más ruin que conozco.
El que irrumpió sin hacer ruido, robando no joyas, sino risas entre sábanas, no dinero, sino el tiempo que ella y yo necesitábamos para llegar al fondo de nuestro fuego.
Te colaste en sus huesos como un okupa miserable, mentiste con silencios y, cuando por fin te pillaron con las manos en la masa, te limitaste a encogerte de hombros como un matón de barrio pobre.
No tienes cara, ni honor, ni nombre que valga la pena recordar. Sólo tienes mierda acumulada en forma de células traicioneras.
Y lo peor: ni siquiera tuviste los huevos de enfrentarte a mí, preferiste robar a escondidas, en la penumbra de sus noches de dolor, lo único que no era tuyo, su derecho a vivir sin que tú pusieras tus sucias manos encima de ella.
El futuro que convertiste en ceniza, guárdatelo, hijo de puta sin rostro. Guárdatelo en ese infierno particular donde los cobardes como tú se pudren comiendo su propia vergüenza.
Porque al final
... ella murió amada.
... yo sigo aquí, maldiciéndote cada vez que el sol me recuerda lo que le robaste.
Y tú ... tú solo eres una puta lotería biológica que algún día la ciencia escupirá al cubo de la basura.
Así que róbame esto también, si te atreves:
Mi odio.
Mi asco.
Mi jodida certeza de que, donde quiera que estés, nunca tendrás el valor de mirarme a los ojos.
Con todo nuestro desprecio.
N. y C.