En la casilla 58 del Juego de la Oca, la muerte espera paciente el momento en el que el azar haga caer a un jugador en su red.

Es la muerte la única seguridad de la vida, su final inexorable, y todo jugador debe confiarse a la suerte para que los dados no le hagan aterrizar en ella antes de terminar su camino.

Estas fotografías plantean la leve frontera entre la vida y la muerte, también frente a la influencia y la indiferencia del entorno humano. Creo que hay algo profundamente simbólico en el hecho de que muestre estos cuerpos inertes que están fuera del marco de nuestra atención cotidiana reducidos a un accidente más en el progreso humano. A través de mi trabajo los considero mucho más que un simple efecto colateral.