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Viajar

Viajo partiendo de una inquietud y con destino en un objeto que huela a lo vivido y cierre el círculo. Lo de en medio, el viaje físico, es movimiento en el espacio, un proceso de aprendizaje en libertad.

Libertad es vivir sin significar, ser sin responsabilidades ni obligaciones, estar siempre de paso decidiendo qué quiero y qué hago para que el tiempo corra a un ritmo que me permita entenderlo. «Leef en laat leven».

Viajo para sentirme vivo, anticipándome a la muerte. Cada gota de sudor, cada inhalación, cada olor y cada dolor, cada rozadura, cada exhalación, el cansancio, la satisfacción y también la decepción, cada persona que he conocido, los que recuerdo y los que no, cada lugar en el que he dormido, cada salida, cada llegada y cada conversación que he mantenido me hacen sentir la vida, mi paso por ella.

Imagen

Viajar no es un fin ni un sueño, sino parte de mi proceso creativo, sigo al instinto para encontrar los temas, argumentos e imágenes que necesito para la escena de un mundo que, como artista, construyo constantemente. Es un ejercicio de rebeldía frente al tiempo, una política para ordenar páginas…

No me interesan los retos ni lo exótico, prefiero contar lo que pasa desapercibido y lo abandonado.

No sé dónde leí que «viajar es cambiar de olor», y ese día comprendí que el viaje no trata tanto de kilómetros como de encontrar respuestas, que no es tal si no existe un movimiento interior, un cierto cambio de posición. Mis viajes empiezan también cuando vuelvo a casa, me encierro en el estudio y trabajo el material que traigo en los bolsillos.

De ese proceso se puede salir cambiado.

(En no sé dónde, a 15 de noviembre de 2018).

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Publicado en Notas