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03.12.2019


Yo en el surco, caminando concéntrico alrededor de esta estaca a la que estoy atado con el límite de una cadena invisible. Reconozco cada pulgada bajo mis pies con la precisión de haber pasado toda la vida pisando el mismo escalón. ¡En círculos, camino en círculos! Pero camino, y eso significa que aún estoy vivo y, mientras hay movimiento, hay tiempo. Contenido nuevo que va apareciendo en cada nueva vuelta, mensajes que a menudo amplían mi perspectiva. Tengo tiempo para sacarles brillo, pero no un canal con el cual sintonizar.

Encuentra entonces la melodía y piensa la rítmica mientras diseñas ese primer bosquejo, busca una línea del sentimiento rotundamente sincera y armoniza los garabatos con algún patrón de corte mántrico que los articule, marca los probables futuros y, sobre toda esa base fundamentalmente estética, lingüística y gramatical, extiende el mensaje sintetizado al máximo en un aparte, o en una parte, de la historia contada golpe a golpe con tus imágenes, haz dilogar a esos pensamientos con olores, colores y dolores, teje un inmenso manto protector que, como la nieve, consiga ocultar tu mundo ante la intención de un agente del Imperio.

Imagen

Punto de fuga efímero
Alcubierre, Huesca

Ahora que te has quedado pegado a este lodazal aprovecha para volver a las flâneries. Por obligación, por supervivencia o por simple y básica necesidad existencial, pero es un momento idóneo. Frena un poco y observa, arriba y abajo, a un lado, al otro y en los infinitos tránsitos, aliméntate y anota minuciosamente los cambios —lo que está en continuo movimento aunque parezca quieto— y continúa trabajando sobre el Insecto a través de su hábitat filtrándote por cualquier rendija, fluye, muévete y refuerza lo humano renegando siempre de lo vegetal.

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Publicado en Notas