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Hasta que la muerte nos separe

We were meant to be together,
now die and fucking love me.
We were meant to hurt each other,
now die and fucking love me

Slipknot’s “Killpop”

Hace 17 años me eché una novia. Nos presentó un amigo común que se llamaba Paul, un buen tipo que era cirujano y también persa.

Como a mí siempre me han seducido los nombres, el de ella no iba a ser menos y, después de una conversación, Paul me lo desveló.

Joder, no podía tener un nombre más feo. A punto estuve de salir corriendo pero, por educación, me quedé escuchando lo que Paul me contaba sobre ella para que la conociese mejor y me acostumbrara a su presencia. También dijo que probablemente sería una relación para toda la vida.

Aunque me fastidia, reconozco que el tío acertó.

Al principio nos veíamos muy poco, casi nada. Pero un año después, estando en la cama, me miró a los ojos y me disparó que quería estar siempre conmigo, agarró mi mano y me dijo que jamás la iba a soltar.

Nuestra relación ha tenido altibajos pero, sinceramente, yo no la quiero, me tiene harto y todos los días deseo que desaparezca de mi vida. Sin embargo, después de tanto tiempo juntos ya no entiendo mi vida sin su presencia, todo sería demasiado diferente.

Es la relación más larga que he vivido nunca y, desde que se metió en mi vida, es la protagonista de mis pensamientos y mis actos, siento su perfume a mi lado cuando camino por la calle, cuando pedaleo y cuando no, en primavera, verano, otoño y también en invierno. Somos inseparables, ella ha estado —y está— siempre ahí, en los momentos buenos y jodiéndome la vida en los malos. Le he dicho mil veces que me deje en paz, le pregunto por qué me hace esto y por qué a mí. Ella nunca contesta y esos silencios me desesperan. Por eso un día decidí que ya no preguntaría más, que sufriría hasta mis límites asumiendo que gracias a ella mi vida es peor.

A veces, de madrugada, me despierta haciéndome un daño insoportable con sus caricias, mancha mis sueños y me veo obligado a cambiarme de ropa. Mientras lo hago, trato de imaginar cómo habría sido todo si aquel verano de 2004 Paul me hubiera dicho otro nombre más sugerente que Hidrosadenitis Supurativa.

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Publicado en Notas