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Principio segundo

Chris McCandless sabía que se jugaba la vida con su plan de escapada hacia lo que consideraba su plenitud. Al contrario de lo que mucha gente piensa no era en absoluto un idiota, era probadamente inteligente, un tío listo que un día reconoció su incapacidad para soportar la mentira en la que había sido educado y utilizó toda su determinación para acometer un cambio radical. De alguna forma, elegante sin duda, saldó cuentas antes de emprender el vuelo que pensaba que mantendría intacta su libertad. Cumplió con las deudas que consideró oportunas y desapareció. A lo largo de su camino conoció lo más limpio y esencial de la vida en un viaje verdadero, y con ello alimentaba para su nueva vida. No hay nada más satisfactorio que la conciencia de haber dejado atrás todo lo que te impide caminar por donde te pide el cuerpo y su cara así lo debió haber reflejado cuando se plantó delante de aquella inmensidad blanca y hostil.

No es lo que yo habría hecho, pero entiendo de forma absoluta su decisión independientemente del daño que provocase a quienes estaban a su alrededor, lo cual no es importante habiendo fines mayores y, en tal caso, uno se debe a ellos sin importarle la opinión de quienes jamás tomarían una sola decisión para cambiar su malestar y prefieren adaptarse a la frustración eterna.

«La vida es un viaje en el que cargas con una mochila de frustraciones». Parece mentira que un padre pueda decir estas palabras a menos que considere que su compromiso con la educación de su hijo ha terminado. En ese caso, la puerta queda abierta para decidir el modo en que interpretar sus palabras y utilizar la ocasión como rampa de lanzamiento para volar sin tener en cuenta todo lo dicho anteriormente. No me planteo si es justo, porque es necesario. Yo me negué a arrastrar frustraciones toda la vida y, como en otro capítulo escribí, decidí abrazar la esencia de la vida aunque me enseñase los huesos. Dónde y cómo terminará esa decisión es algo que desconozco. Me lo he preguntado muchas veces y nunca he encontrado una respuesta. Más bien he encontrado muchas más preguntas. Sigo buscando con conciencia plena de que el fracaso puede aparecerse con diferentes caras en cualquier momento y hacerme caer. Esa sensación tan familiar que afortunadamente he conseguido esquivar con una ayuda mínima. Yo también he ayudado a otros. Ésa es la esencia de la humanidad, imbécil que estás sentado como espectador del fracaso de los demás sin tener conciencia del tuyo.

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Publicado en Notas