Yo soy enfermo de Hidrosadenitis Supurativa, en el año 2004 me diagnosticaron la enfermedad tras un primer episodio leve y, desde ese día, he pasado cuatro veces por el quirófano con brotes cada vez más severos que en ocasiones me impiden llevar una vida normal.
Como suele ocurrir con los enfermos crónicos, he aprendido a vivir con el dolor, con el olor, con las cicatrices y explicando demasiadas cosas mientras te das cuenta de que el gesto de quien preguntó empieza a torcerse. A veces este gesto viene seguido de algún comentario, incluso un chiste que ya ni siquiera te duele. Bastante tienes con lo tuyo como para dejarte influir por quienes no saben qué supone no poderte siquiera agachar para ponerte un calcetín.
Con el paso del tiempo sabes que eres muy fuerte, tu umbral de sufrimiento es muy alto y quieres aprovechar el momento mientras puedas, porque sabes que llegará un día en el que probablemnte no podrás hacer ciertas cosas. En lugar de rendirme llevo peleando más de quince años contra el infierno que puede llegar a suponer esta enfermedad y, aunque en algún momento me he planteado abandonar, siempre he reemprendido la marcha esforzándome para que mi enfermedad no suponga un impedimento, nunca busco en ella una excusa. A pesar del deterioro físico y anímico que supone padecerla, aún mantengo viva la ilusión en el viaje como la forma de vida que un día escogí.
Esta vez quise colaborar con la asociación que acoge a los enfermos como yo, visibilizando su labor y sus objetivos, he querido dar a conocer la enfermedad dermatológica que, dicen, peor calidad de vida ofrece.