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Notas para un diario (2)

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Traición n, f
1. Falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida.

La traición consiste en defraudar a familia, amigos, grupo étnico, religión u otro grupo al cual pueda pertenecerse, haciendo lo contrario a lo que uno se comprometió.

Punto.

Un homenaje, el escenario, el teatro en el que aceptamos el personaje que nos imponen y actuamos con aparente naturalidad. Nacemos originales y morimos copias, que dijo uno. Tantos kilómetros para llegar a esto. Aceptablemente bien al principio pero, en general, decepción, no voy a negarlo. Llego buscando campamento para pasar la noche sin alejarme demasiado del centro de todo este montaje. Amenaza lluvia, pero me atrevo y monto el toldo, que funciona de maravilla. Duermo de un tirón toda la noche y me despierto unos minutos antes que la megafonía.

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Un café y unas galletas. Desde lo alto del pueblo, observo el paisaje a primera hora de la mañana. Poca gente en la calle, pero la hay. Parece que va a llover… Otro café y me dejo caer hasta el polideportivo, donde no sé qué está pasando. Las juergas de ayer se han convertido en gestos torcidos, saludan como con mala leche y lo entiendo, a mí también me ha cortado el rollo esto. La diferencia es que yo me puedo ir porque, en realidad, yo tengo el privilegio de que no soy nada aquí.

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En realidad tenía la cabeza más en la carretera que en aquel evento, que había perdido mi interés hacía mucho tiempo. No era nuestro lugar, ahí no pintábamos nada.

La alternativa era salir con el día lloviendo. Hartos, desaparecíamos sin decir adiós. Recuerdo que nadie me debió de echar de menos, o no me llamó para preguntar, o se le pasó o va a hacerlo.

Literalmente, navegamos por las carreteras vacías de coches, el agua a media rueda en algunos tramos y, todo el contenido de las maletas empapado. Sobrepasé los límites y me arriesgué a meter la rueda delantera en un bache y que el viaje se terminase en ese momento. No me importó y, desafiando a mi propia suerte, avancé otros treinta kilómetros tratando de escapar de aquel infierno.

Si llego a saber que me iba a interesar tan poco aquella concentración, podría haberme salvado del temporal, haberme ahorrado pasar tres días acampado dentro de un váter público. Cosas de la vida.

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Momento de pensar y no desconectar del viaje en la medida de lo posible. Un confinamiento que puedo romper con alguna visita esporádica al pueblo y repitiendo algunas imágenes que ya había tomado tiempo atrás. Poco había cambiado todo desde la primera vez que pasé por allí.

En realidad tengo muchísimas cosas que hacer, continuar ordenando el archivo fotográfico, que crece sin parar, preparar algunas fotos para enviar. Siempre hay algo que hacer y, ahora, creo que puedo tener unas horas tranquilas para dedicarle tiempo a esto. Mantengo alguna conversación por Whatsapp.

Momento para una conexión en directo y charlar con quienes quieran conectarse y hablar del viaje, de la enfermedad o lo que sea. Quince o veinte, pero yo no pienso en eso.

Momento para ganarme el hospedaje: vacío el agua de un comedor a base de fregona y recogedor. Un par de horas y todo listo. El suelo estará reluciente hasta que vuelva a llenarse.

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Una mirada atrás para retener el momento con una mezcla de nostalgia y de satisfacción. Era la tercera vez que pasaba por aquel lugar, y desde la primera me sentí cómodo. Desde la primera, cada vez que pase por allí, la visita es obligada.

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Esto ya lo conocía, afortunadamente. Carril bici al borde del mar durante muchísimos kilómetros en dirección Alicante. ¡Qué tranquilidad!
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Publicado en diario iberica 2019